La sentencia de la Corte Suprema de la Nación que otorga el beneficio del
2x1 a un genocida condenado por delitos de lesa humanidad significa,
lógicamente, un retroceso en términos de memoria, verdad y justicia sobre el
terrorismo de Estado. Sin embargo, dicho fallo no es aislado ya que se
dictaminó en un contexto de desprestigio hacia las políticas de derechos
humanos. Es decir, abrió una puerta, mucho más evidente, en sintonía con el trabajo
minucioso de estrategia comunicacional para la resignificación simbólica por
parte del gobierno hacia los organismos de DDHH.
El 20 de noviembre de 2015, dos días previos al balotaje presidencial que
resultó victorioso Mauricio Macri, fue un presagio del rumbo subyacente: la
Casa de la Memoria y de la Vida (ex Mansión Seré) ubicada en Castelar, que
funcionó como centro clandestino de detención, amaneció escrachada con la
leyenda “el 22 se termina el curro”. No hay que ser un gran analista
lingüístico para, rápidamente, vincular el hipertexto con la promesa ideológica
del ex jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, el 8 de diciembre del
2014: “Conmigo se acaban los curros en derechos humanos”. No obstante, en su
momento, podía llegar a sonar desafortunado y tendencioso pensarlo de esa
manera.
Todo aquel que tenga su vivienda propia o alguna vez haya fantaseado con la
posibilidad de lograrla sabe lo difícil y costoso que resulta construirla. Ya
sea desde lo material hasta el desgaste psicológico que implica. Lo que se ve y
lo que no. Se necesita tener el objetivo en claro para determinar el cambio de
rumbo. Por otro lado, es un trabajo en equipo. Sólo, es casi imposible.
Familia, amigos, obreros, profesionales. Cómplices.
Los gobiernos requieren la aprobación de la opinión pública para resolver
los problemas que comprenden de relevancia. “Las decisiones vienen cada vez más
montadas sobre una estrategia para que la sociedad acepte una determinada
política: se trata de generar consenso social para una decisión”, explicó el
sociólogo argentino, Luis Stuhlman, en el capítulo tres del libro “Comunicación
gubernamental”. Por eso, actúan sobre dos aspectos comunicacionales: lo
reactivo y lo proactivo. El primero, responde a los temas emergentes para
satisfacer la exigencia y responsabilidad de informar: el día a día. En cambio,
el segundo camina por otro sendero. No funciona como respuesta a la agenda.
Orienta e influye con la mirada puesta en hacer interpretable sus propuestas: justifica
sus medidas. Para encauzar una política, precisa preparar el campo para que se
vuelva legítima su decisión. En otras palabras, no se deben construir las
paredes antes que los cimientos.
“En sociedades como la nuestra, que tienden a concentrar cada vez menos
decisiones políticas en los lugares propios de la política, la toma de
decisiones es cada vez más compleja. Y esto es difícil, porque el sentido no se
dice, no se explicita; el sentido se sugiere, se infiere”, describió Stuhlman.
Vale la pena remarcar que los objetivos de fondo no vienen desde el seno
gubernamental.
En consecuencia, Cambiemos hizo honor a su slogan y comenzó, como marca en
sus discursos el presidente, a poner el hombro para que los resultados que hoy
no se ven reflejados impacten en un futuro. “¿Qué otras cualidades son hoy
exitosas porque la sociedad las valora? La honestidad. Hoy, asociar una
política pública al trabajo, a la austeridad y a la honestidad es garantía de
una estrategia de comunicación exitosa”, escribió el sociólogo, en tiempos de
la crisis del 2001. El gobierno fue colocando ladrillo a ladrillo, uno por uno,
a veces prolijo y otras más grotesco, sin detenerse.
El informe presentado por el secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj,
con la cifra de 7.010 desaparecidos, los dichos del ex ministro de Cultura de
la Ciudad de Buenos Aires, Darío Loperfido, sobre la cantidad menor a 30.000,
el desentendimiento de Mauricio Macri que no le “interesa participar del
debate” e instalar nuevamente la idea de “guerra sucia” que, como ilustró el
filósofo José Pablo Feinmann en su ensayo sobre la violencia política “La
sangre derramada”, “detrás de esa idea de la ‘guerra’ pueden deslizar la
justificación del horror. Así, dicen: ‘En una guerra mueren inocentes, en una
guerra se cometen excesos’”. En la misma dirección, el negacionismo del
director general de Aduanas de la Nación y carapintada, Juan José Gómez
Centurión – al igual que el militar Aldo Rico en los desfiles por el Día de la
Independencia – y la ignorancia, vaya paradoja, del ministro de Educación,
Esteban Bullrich, sobre la muerte de Ana Frank “víctima de una dirigencia que
no fue capaz de unir” para referirse al nazismo, son algunos ejemplos del plano
discursivo que siembran las bases sobre las que se afirman sus acciones.
Por consiguiente, la casa empieza a tener forma en el imaginario colectivo
al vislumbrar las gestiones de gobierno. Recién dos meses después de asumir, el
Estado recibió a la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo y no fue el máximo
mandatario quién tuvo el honor de conducir la cita sino que el jefe de
Gabinete, Marcos Peña, fue el anfitrión. En el lado opuesto, justo en su primer
24 de marzo como presidente, Macri lo pasó con su par de Estados Unidos, Barack
Obama, sin tener la sensibilidad social ante un pueblo que sufrió con la
complicidad necesaria del país de norte américa para que sucedan las
atrocidades pasadas. En la misma sintonía, al año siguiente y por decreto de
necesidad y urgencia 52/2017, que luego rectificó, hizo movible el feriado
nacional por la Memoria y la Justicia. Además, algunos legisladores se tomaron
el atrevimiento de posar en una foto con tres lemas: “Nunca más a los negocios
con los derechos humanos”, “Nunca más a la interrupción del orden democrático”
y “Los derechos humanos no tienen dueño”. A su vez, no se puede pasar por alto
el DNU 721/2016 que le devuelve la autonomía a las Fuerzas Armadas y lo que
implica a nivel político.
Asimismo, la policía intentó impedir la ininterrumpible ronda de los jueves
de las Madres y Abuelas entorno a la Pirámide de Mayo y, posteriormente, en el
mismo lugar, el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta colocó atriles sobre los
pañuelos pintados en las caminadas baldosas de la plaza. También, quisieron
llevar por la fuerza a Hebe de Bonafini a declarar montando un mega operativo
policial y mediático para una persona de 88 años. Con las ventanas ya amuradas,
se hizo más visible hacia adentro de la construcción de la vivienda.
Pero todo esto no es posible sin la importantísima contribución de otras
instituciones como la Justicia, la Iglesia y los medios de comunicación. Las
columnas que ensamblan y sostienen el cambio. Haber otorgado el beneficio de
prisión domiciliaria a genocidas es homogeneizarlos con otros criminales por
igual. Por ende, los nivela con los demás. Por el lado de la religión, proponer
una reconciliación entre los familiares de desaparecidos con sus torturadores y
asesinos hace recordar la penosa Ley 23.492, más conocida como “Punto Final”.
Por tanto, los medios iniciaron el camino de un viejo paradigma. "En
su momento jugaron un extraordinario papel de denuncia. Pero el tiempo fue
pasando y los 12 años de patoterismo de estado kirchnerista lograron ponerles
camiseta partidaria, vaciarlas de contenido plural y ecuménico y, en algunos
casos, meterlas en el nauseabundo pantano de la corrupción", editorializó
el periodista, Alfredo Leuco, del Grupo Clarín – multimedios que hizo grandes
negocios durante el último poder de facto con la adquisición de Papel Prensa – sobre
los organismos de DDHH. Al mismo tiempo, basta con escuchar un rato al
comunicador Eduardo Feinmann en el programa “Animales sueltos”, conducido por
el periodista deportivo, Alejandro Fantino, o, por ejemplo, moderando el
“debate” sobre “las dos verdades de los ‘70” en el sitio Infobae que promovió
la teoría de “los dos demonios”.
“La violencia política es una forma de comunicación que actúa sobre las
mentes a través de imágenes de la muerte con el fin de causar miedo e intimidar
a la gente. La violencia, transmitida por las redes de comunicación, se
convierte en el vehiculo de la cultura del miedo”, expuso el sociólogo,
economista y profesor universitario, Manuel Castells, en su libro “Comunicación
y poder”. Tan sólo un fragmento para entender los ejes de la cuestión. Y, sin
desperdicio, continuó: “Así, al menos en el contexto actual, la violencia y la
amenaza de violencia siempre se combinan con la construcción de significado
para producir y reproducir las relaciones de poder en todos los ámbitos de la
vida social”.
En otro orden de las cosas, ya con toda la casa diseñada y montada, se
observan los cuadros que la decoran con sus fotografías. “Los dos elementos poderosos
de la fotografía son que es atractiva al lector y que proyecta veracidad. La
fotografía es, en última instancia, una forma visual de pensar. Tiene la
ventaja de que la gente común piensa que una fotografía no miente”, señaló el
maestro en Comunicación Social y Ciencias Políticas, Roberto Izurieta Cánova,
en su estudio “La comunicación política en la era del entretenimiento”. Además,
existe un porqué es un gobierno de fotos: “Dentro de tres días, la mayoría de
la gente olvidará el 90% de lo que han escuchado, y el 80% de lo que han leído,
pero si han visto y escuchado el mensaje, lo olvidarán tan sólo el 45%”.
Entonces, el impacto del marketing cobra sentido con el recurrente uso de la
imagen.
Todas las ejemplificaciones y citas anteriormente nombradas sirven para
intentar comprender el contexto en el que se ordenó el 2x1. Sin embargo,
todavía queda mucha tela para cortar. “Hay cosas que no son tan explícitas,
pero a mí me llamó la atención que ésta mayoría se compone de: los dos jueces
que nombre Mauricio Macri (Carlos Fernando Rosenkrantz y Horacio Rosatti) y de
la jueza que logra su permanencia después de los 75 años (Elena Highton de
Nolasco) gracias a que el gobierno no apeló una sentencia”, insinuó, lo que
muchos barajan pero no dicen, la autora del libro “Los Supremos”, Irina Hauser,
en el programa “Siempre es hoy” de radio “Del Plata”. “Si tiene que ver
directamente, si hay una devolución de favores, es muy difícil saberlo. Hay
cosas que no se hablan, que se hacen. Forman parte de un pacto
judicial-político que no hace falta explicitarlo”, concluyó con su teoría. Para
colmo, el silencio estremecedor del macrismo al respecto, invita a pensar
acerca de lo que describe la periodista. Es tan importante lo que se dice como
lo que se calla: el silencio es una opción dentro de la comunicación.
En suma, el fallo de la Corte Suprema no fue aislado ni independiente. Lo
que hizo fue responder a un mandato político que, ya desde antes de asumir,
está tratando de imponer su ideología sobre los Derechos Humanos y la dictadura
cívica-económica-militar. “Con la llegada del gobierno peronista al poder, en
1977, el grupo (de la familia Macri) contaba con siete empresas. Finalizada la
dictadura militar, el holding estaba compuesto por 47 empresas”, redactó la
periodista y dirigente de Nuevo Encuentro, Gabriela Cerruti, en su libro “El
Pibe”. Otra forma de pensar los motivos que movilizaron a construir esta casa
de la impunidad.
Los cimientos, las paredes, las columnas, las ventanas, los techos, la
decoración, ya estaban hechas. Lo que hicieron los tres jueces, en definitiva,
fue abrir la puerta. Todo lo demás, ya estaba servido. Quedará en el pueblo saber
si tiene la memoria suficiente para impedir que se siga ampliando o no. Pero,
cuidado, las casas se pueden demoler y el “Nunca más” no es una moda.

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