miércoles, 8 de junio de 2016

LA DICTADURA FUE BLANDA EN EL MERCADO

La última dictadura militar en la Argentina dio inicio un asombroso aumento de la deuda externa que, a lo largo de la historia, atravesó por diversas políticas, necesidades y variables económicas con sus diversas etapas en los diferentes gobiernos sucesores. Sin embargo, la política económica del “Proceso de Reorganización Nacional” sembró una semilla muy difícil de desarraigar de los argentinos: el desprestigio hacia la industria local. Esta característica se contrapone con los gobiernos de facto de la región que se identificaron por ser nacionalistas. 
El ministro de economía de la dictadura, José Alfredo Martínez de Hoz,
 junto con el presidente de facto, Jorge Rafael Videla
El objetivo del ministro de Economía, Martínez de Hoz, era detener la inflación, algo que retumba con frecuencia en la actualidad de los argentinos. Su metodología se basaba en permitir la libre entrada de bienes y servicios y de capitales y fijar el valor del dólar a un precio barato. Al mismo tiempo, pensaba que si los productos importados eran baratos, la inflación se congelaría. Como esto no pasó, la tasa de interés se mantenía alta. La especulación financiera era un hecho y el Banco Central de la República Argentina lo pagaba con sus reservas.

En diciembre de 1975 cada argentino debía U$S 157 y para el mismo mes del año 1983 – fin del proceso dictatorial y apertura de la democracia – se incrementó a U$S 1.088 per cápita. El fenómeno fue consecuencia de cuatro causas: la bicicleta financiera, la deuda privada, las importaciones de armas y los intereses devengados. Al mismo tiempo, esto fue posible con una campaña ideológica, política y mediática que permitió un cambio económico-cultural como con la famosa propaganda de “la silla”, para ejemplificar, que residía en desprestigiar la industria nacional y tener a los productos “made in” como primera opción de consumo.
Propaganda de la Dictadura

La bicicleta financiera, más conocida como “la tablita”, consistía en que el Banco Central establecía el precio del dólar por 180 días y los intereses generados en ese período los pagaba con sus reservas que obtenía del endeudamiento de las empresas públicas. Dicha medida abrió el juego a las operaciones especulativas. Los propietarios pasaron a ser millonarios negocios con el vaciamiento y la liquidación de sus empresas y ese dinero iba destinado a cuentas en el extranjero. Además, posibilitó la apertura al mercado de productos mucho más económicos que no podían competir con los costos de los nacionales.

En consecuencia, los empresarios, para bajar los precios, se endeudaron en el exterior con la compra de maquinarias en algunos casos y otros para especular. A partir de 1981 la mayor parte de los U$S 15.647 millones de la deuda fue estatizada a través de la emisión de bonos normativos y de obligaciones en dólares. Asimismo, durante el proceso militar hubo tres conflictos bélicos que encomendaron la compra de armamentos: en 1979 contra Chile, en 1982 contra Inglaterra y en todo el período contra el mismo pueblo argentino. Toda la deuda contraída devengó intereses que fueron pagados con nuevo endeudamiento convirtiéndose en un perverso círculo vicioso.


De ahí en más, la Argentina nunca pudo retrotraer la situación de forma exponencial. En el 2003, en la Organización de las Naciones Unidas, el entonces presidente Néstor Kirchner, se expresó con iniciativa de querer saldar la acumulada deuda y pidió que lo dejen hacerlo porque: “Los muertos no pagan”. En definitiva, los países pobres no necesitan que los países desarrollados los ayuden, necesitan que dejen de perjudicarlos.

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