En muchos países
del mundo pero particularmente en Argentina ocurre un fenómeno de extremismos
entre las posiciones que asume cada persona ante cualquier hecho. Los medios de
comunicación, y mucho menos los gráficos, no están ajenos a este factor social.
Al contrario, son protagonistas y reproductores de la polaridad de la que
pretenden desentenderse para jactarse de “objetivos”. Esto aplica a cualquier
diario por más “independientes” que quieran mostrarse. En el caso de Clarín, basta con comprarlo consecutivamente por unos días para poder sacar algunas
conjeturas sobre la postura del periódico hacia los diferentes acontecimientos.
Uno de los recursos periodísticos
que más impacto causa en los lectores son las tapas de los diarios. Es realmente valioso hacer el ejercicio de
colocar las portadas una al lado de la otra siguiendo el recorrido de los días
y observar detalladamente cuales son las noticias que considera el medio de
mayor relevancia. Para Clarín, desde el domingo 24 de abril de 2016 hasta el
jueves 5 de mayo del mismo año, el tema más importante fue “La ruta del dinero
K”, con un notable empecinamiento hacia Lázaro Báez poniéndolo como figura
principal de la “corrupción kirchnerista”.
El periódico
gráfico, según el periodista Héctor Borrat, “ha de ser considerado como un
verdadero actor político”, si se lo entiende como “colectivo o individual capaz
de afectar el proceso de toma de decisiones en el sistema político”. Su
protagonismo parte “como grupo de interés que, para lograr sus objetivos,
necesita narrar y comentar la actualidad política, social, económica y cultural
ante una audiencia de masas, lo que hace de él un agente de socialización que
influye sobre sus lectores”.
Algunos de los títulos del día de las tapas fueron: “Ruta del dinero K: la Justicia tiene pistas sobre las bóvedas”; “Un fiscal
advirtió a Máximo por presuntos desvíos millonarios”; “Los allanamientos en
propiedades de Báez fueron ‘muy exitosos’”; “Hallan dólares y bolsos en
propiedades de Báez y seguirán allanando”; “Báez pidió protección al Gobierno:
dice que amenazan a sus hijos”; y la más alevoso fue la portada del sábado
30 de abril, posterior al Día del Trabajador que fue un suceso histórico porque
después de muchos años se juntaron las cinco centrales sindicales en un mismo
acto: “Nuevo escándalo en la AFA con la
plata del Fútbol para Todos”.
Sin embargo, durante esos días
ocurrieron otras cosas que el diario opto por secundarios o menores como
por ejemplo: los tarifazos, la masiva ola de despidos, la votación de la ley
antidespidos, Panamá Papers, con las
off shore del presidente de por medio, las repercusiones del pago a los fondos
buitres, el registro de la mayor fuga de capitales desde la crisis mundial del
2009, los coletazos de la tragedia de la fiesta Time Warp, la condena a cadena perpetua del genocida Luis Patti y
el ya nombrado acto de los sindicatos. Nadie dice que el tema de Báez no sea de
importancia pero tampoco fueron días en los que no pasó nada trascendental.
Además, cuando aparece el primo y testaferro de Macri involucrado, Ángelo
Calcaterra, el diario ni siquiera lo nombra y titula: “Infancia vulnerada: hay
cuatro millones de chicos en la pobreza” y como volanta: “Otra herencia del
kirchnerismo”.
La herramienta comunicacional que ejecuta el diario conducido por Héctor
Magnetto es la que el sociólogo francés, Pierre Bourdieu, denomina como el arte de “ocultar mostrando”.
Consiste en elegir y hacer un recorte de la realidad y construir sobre esa
imagen la verdad absoluta, la única realidad. Clarín insiste con “la ruta del
dinero K” para no hablar de otras cosas que le incomodan a los intereses del
gobierno que, en este momento, ha decidido proteger. La lógica es tan sencilla
como la siguiente: los aumentos, el ajuste, los despidos, es decir, la plata
que le falta en el bolsillo a los ciudadanos es porque se “la llevó toda”
Lázaro Báez, y rápidamente se lo asocia con la justificación de “la pesada
herencia”.
Asimismo, para
el antropólogo argentino Eliseo Verón, “la confianza se apoya en el siguiente
mecanismo: el discurso en el que creemos es aquel cuyas descripciones
postulamos como las más próximas a las descripciones que nosotros hubiéramos
hecho del acontecimiento si hubiéramos tenido de éste una ‘experiencia real’”.
Clarín tiene la fortuna de tener un asiduo público que, en general, es la ancha
avenida de la clase media.
Por último, Stella
Martin, Doctora en Ciencias Sociales graduada en la UBA, explica que a partir
del “consenso que la sociedad otorga a los medios como soporte comunicacional
que construye y difunde sentido sobre el mundo” se genera el “contrato de
lectura” o “contrato mediático”. Esto quiere decir que muchas veces, el lector
es quién le exige al diario que opte por una posición clara y a la que ya lo
tiene acostumbrado. De todas formas, el sol no se puede tapar con un dedo de la
mano… ni con una tapa de Clarín.


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