La naturaleza y la vida son casi sinónimos sino es que no son lo mismo. Al
menos, como mínimo, son primos hermanos. Y la noche es parte ineludible y hasta
necesaria de la vida. La oscuridad, los temores, los miedos, la muerte. Las
personas conviven constantemente y sin notarlo con los dos puntos de la
mortalidad: un comienzo y un fin. Y la naturaleza sigue allí. Es testigo de
todo lo que ocurre. Es, también, víctima de lo que tuvo que percibir.
![]() |
| Fotografía sacada de internet (autor desconocido) |
Las aberraciones más terribles pasaron por las calles Santa María de Oro y
Blas Parera en Castelar, en el lugar donde funcionaba el centro clandestino de
detención y tortura: La Mansión Seré o, como lo llamaban entre los genocidas,
Atila. ¿Cómo volver a la vida y esperanza en una tierra tan nefasta? ¿Cómo
darle dignidad a un sitio con tanta humillación? ¿Cómo sentir alegría y ver
sonrisas de nuevo?
| PH: Federico Riccio |
Desde la vuelta de la democracia y hasta el año 2000, la ex Mansión Seré
pasó por varios usos sin encontrar la utilidad que le devuelva un poco de
justicia. Por ejemplo, en los años noventa, tiempos en que la política pasaba
por la superficialidad y las banalidades, funcionó como la quinta del
intendente del partido de Morón, Juan Carlos Rousselot, que jugaba al fútbol
con sus funcionarios. De esta forma, seguía aislada de los vecinos.
Pero un día ya no fue lo mismo. Por fin se empezó a devolver un poco de todo
lo que se llevó a la comunidad por una decisión irremediable: el joven intendente
Martín Sabbatella dispuso el predio para la reflexión, la memoria, la verdad y
la justicia, para decir “nunca más”. Es por eso que abrió las puertas para
todos los que quieran pasar un lindo rato tomando mates, con la bici, con
amigos, practicando deportes o simplemente respirar del hermoso aire verde de
sus árboles. Sin embargo, nunca se olvidó de lo que pasó allí.
| PH: Federico Riccio |
Se renombró el lugar como polideportivo Gorki Grana, con instalaciones de
primer nivel, y con un espacio dedicado para la conciencia: La Casa de la
Memoria y de Vida. En un principio se llamó solo “de la Memoria”, pero en el
acto una de las madres que perdió a su hijo en el ex centro clandestino
gritaba: “¡Y de la vida, y de la vida, y de la vida!”. Y vaya que se cumplió su
augurio.
Si uno camina por el predio puede observar pequeños brotes a orillas de las
raíces de un añejo árbol, que delatan sus años las arrugas en la corteza áspera
y rugosa. Con la gran sabiduría que caracteriza a la naturaleza, esos brotes,
en ese lugar de la oscuridad, de los miedos, de los temores y de la muerte,
ahora tiene la fuerza de luchar. Porque desde hace tiempo hay vida. Porque el
sol brilla y se refleja sobre lo blanco de la casa. Esa Casa que, ahora,
alberga a todos por la vida.
| PH: Federico Riccio |

No hay comentarios.:
Publicar un comentario